martes, 10 de marzo de 2015

Dédalo e Ícaro (El sueño de Volar)

Dédalo e Ícaro, Anton Van Dyck, 1630
Desde tiempos muy antiguos, el hombre soñó con poder volar en los aires, tal vez para cazar mejor, para viajar grandes distancias y en menos tiempo, etc. Y una de las representaciones de la antigua Grecia que nos representa este deseo es sin duda el mito de Dédalo e Ícaro.

Dédalo fue el arquitecto, artesano, escultor e inventor respetado que vivía en Atenas. Aprendió su arte de la misma diosa Atenea. Se casó con una mujer de Atenea llamada Ariadna, con quien tuvo dos hijos llamados Ícaro y Yápige.

Trabajaba con su sobrino Talos, quien era su discípulo, Talos gozaba del don de la creación, era la clase de hijo con que Dédalo soñaba. Sin embargo este resultó ser más inteligente que Dédalo, quien tan sólo 12 años de edad inventó la sierra, inspirándose en la espina de los peces, el torno de Alfarero y el compás.

Pronto Dédalo sintió mucha envidia tras compararlo con su hijo, por lo que este invitó a Talos a pasear por el recinto del templo de Atenea, en el tejado y desde allí, divisando Atenas,veían las aves e imaginaban distintos mecanismos para volar. Ícaro se marchó cansado, y después de engañar Dédalo a Talos, lo mató empujándole desde lo alto del tejado de la Acrópolis.

Al darse cuenta del gran error que había cometido, para evitar ser castigados por los atenienses, huyeron a la isla de Creta, donde el rey Minos los recibió muy amistosamente, Dédalo se convirtió en su servidor.

El rey Minos, que había ofendido al rey Poseidón, recibió como venganza que la reina Pasifae, su esposa, se enamorara de un toro. Fruto de este amor nació el Minotauro, un monstruo mitad hombre y mitad toro.

Durante la estancia de Ícaro y Dédalo en Creta, Minos le ordena de Dédalo construir un laberinto formado por muchísimos pasadizos dispuestos de una forma tan complicada que era imposible encontrar la salida, donde encerraría a la bestia y ocultar tal castigo. Sin embargo, Minos, para que nadie supiera cómo salir de él, encerró a Dédalo y también a su hijo Ícaro.

Estuvieron mucho tiempo encerrados ahí, con el fin de poder escapar se le ocurrió a Dédalo fabricar alas, con plumas de aves que fue uniendo con trozos de lino abandonados en el laberinto y cera extraída de los paneles de abejas con las que podrían escapar del Laberinto de Creta.

Antes de salir,Dédalo le advirtió a su hijo Ícaro que no volara demasiado alto, porque si se acercaba al Sol, la cera de sus alas se derretiría y tampoco demasiado bajo porque las alas se les mojarían, y se harían demasiado pesadas para poder volar.

Empezaron el viaje y al principio Ícaro obedeció sus consejos, volaba al lado suyo, pero al llevar la delantera Dédalo, no se percató de que Ícaro, al dislumbrase por la belleza del firmamento y con la música de los pájaros, comenzó a cobrar altura, olvidándose completamente de los consejos de su padre. Se acerco tanto al Sol que la cera que sujetaban las plumas, comenzó ablandarse, y estas comenzaron a desprenderse poco a poco hasta que Ícaro cayó al mar y se ahogó.

La Caída de Ícaro, Jacob Peter Gowi, 1636
Cuando Dédalo miró hacia atrás, no vio a su hijo, pero sí dos alas que flotaban en el mar indicando el lugar en que cayó. Recogió a su hijo y lo enterró en una pequeña isla que más tarde se llamaría Ícaria.

Después de la muerte de Ícaro, Dédalo llegó a la isla de Sicilia, donde vivió hasta su muerte en la corte del rey Cócalo.

Dédalo, gran sabio, intentaba alcanzar la libertad queriendo superar su condición humana. Lo paga con la muerte de su hijo.

Fuentes:
http://www.settemuse.it/pittori_scultori_europei/anton_van_dick.htm
http://mitologiagrecorromana.idoneos.com/316443/
http://campoenergeticouniversal.blogspot.mx/2013/10/la-caida-de-icaro.html

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